Indiscutiblemente una de las fechas de más concurrencia de paisanos a Granada es durante la Semana Mayor, especialmente los días jueves, viernes y sábado santo. Para el 2020 todo fue diferente, un virus que amenaza a toda la humanidad, impidió la celebración con presencia de feligreses, este año todo fue a puerta cerrada por recomendaciones de salubridad.
Hemos estado acostumbrados durante los días de Semana Santa a ver nuestro pueblo lleno de paisanos, los templos a reventar, cafeterías sin mesas disponibles, procesiones interminables, los buses de Flota Granada extendiendo sus horarios más de lo habitual, las calles del pueblo llenas de vehículos particulares.
No pudimos escuchar a Alonsito por los alto parlantes saludar a los paisanos que vinieron de las ciudades, tampoco liderando el recorrido de la banda de judíos, ni en su tradicional papel de Poncio Pilatos en la dramatización de la sentencia. Indudablemente Alonsito le da colorido a estos días, y fue uno de los personajes a los que más extrañamos.

Las procesiones no se realizaron, y en cambio se retransmitieron las del año anterior por el canal comunitario y redes sociales, generando una sensación de nostalgia en todas aquellas personas que no faltaban en los recorridos. El consuelo fue buscarse en las grabaciones y sentir que participaban de ellos.
El templo lucía los imponentes arreglos tradicionales para esta celebración, pero los escaños estaban completamente solos; el sonido se perdía en la inmensidad del templo, y el eco se hacía más notorio, ya no estaban los cientos de feligreses que llegaban a escuchar las homilías magistrales de los sacerdotes. Normalmente estos días a la iglesia pueden ingresar unas 1.500 personas, pero en esta ocasión se contaban cerca de 30.

Las bandas infantil y juvenil acompañando las diferentes procesiones, la tradicional representación del lavatorio de los pies y cena del Señor, la numerosa banda de judíos y el dramatizado del proceso contra Jesús, son sin duda de los componentes de la Semana Mayor que más puedieron extrañar quienes cada año visitan el municipio para vivir esta fiesta de la iglesia católica.

Esta celebración atípica la pudimos vivir gracias a los medios de comunicación; la emisora y el canal comunitario se encargaron de generar el vínculo entre la iglesia y los fieles, que desde sus hogares participaron de cada una de las ceremonias, y por lo que sentimos en los mensajes, fueron muchos los feligreses que se conectaron, tanto en el pueblo, como en el campo y las ciudades, todos unidos con fe y con mucha devoción.